Quizá fue la empatía o la
rebeldía, o ambas. El caso es que se inmiscuyeron demasiado en los problemas de
los demás, que también eran los suyos. “No debían haberlo hecho” clamaban desde
arriba, aunque desde dentro ellos se decían lo contrario. Con o sin razón, se
les castigó con un simulacro de neutralidad de por medio. Luchar por los
derechos estaba prohibido, pues eran privilegios según algunos, he ahí la sutil
diferencia. No se sabe ni cómo ni cuando, pues todo había sucedido demasiado rápido.
Las pocas voces valientes en defensa de los ajusticiados se disolvieron entre
golpes. Habían armado demasiado escándalo jugando a ser héroes de primera.
Quizás lo fueran, quizá no. El tiempo decidiría.
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