viernes, 3 de mayo de 2013

El Estado de la Nación

El pasado 20 de febrero se celebró el Debate del Estado la Nación en el que es tradición que el presidente del gobierno repase su primer año de legislatura. Hace más de 12 meses Mariano Rajoy ganaba las elecciones acumulando más poder que nadie en la historia de nuestra democracia. A día de hoy, lo tiene muy difícil. Esta podría ser la conclusión, pero no el resumen. En términos generales, fue un debate con un gobierno debilitado en el que Rajoy lo único que ganó fue tiempo porque confianza, lo que se dice confianza, ya la ha perdido. Un debate en el que fue vergonzoso ver al gobierno y a la oposición enzarzarse en discusiones y acusaciones estériles. Ninguno supo analizar la situación y afrontarla como se merecía.  Aquello más bien parecía una parodia mal interpretada y alejada de la realidad. Da mucha pena. Señores diputados, da la sensación de que ustedes no acaban de entender cómo está el país, lo grave de la situación actual y a lo que nos enfrentamos.  No, no lo parece. No obstante, por si acaso no les ha quedado claro, se lo voy a explicar brevemente.

Hace un año Europa se tambaleaba, estaba a punto de caer. La Unión Europea se enfrentaba a la mayor crisis que ha experimentado desde su nacimiento y todas las semanas eran una carrera de fondo para evitar la bancarrota del euro. Una de las causas era la debilidad de los países del Sur, entre ellos España. Cada día se oían rumores de rescate y hundimiento. La prima de riesgo alcanzaba los máximos históricos de 600 puntos, aproximadamente 20 por encima de los que necesitó Irlanda para pedir el rescate. El desempleo llegaba a la terrible cifra de los 5.965.000 parados y la deuda no dejaba de subir ante la mirada preocupada de Europa y los mercados financieros. España más que nunca necesitaba un líder fuerte, un gobierno capaz y dispuesto a tomar medidas difíciles. En ese contexto Mariano Rajoy llegó a la Moncloa.


                                                       
Desde el principio no dudó en seguir las políticas de austeridad que dictaba Europa. A corto plazo sirvieron para calmar los mercados, para bajar la prima de riesgo y para mostrar que España no necesita un rescate. Pero, Señor Rajoy, esas políticas de recorte son insuficientes y escasas. Usted ha ido a lo fácil y rápido: recortar el sueldo a los funcionarios, subir el IVA, quitar recursos en educación y en sanidad, entre otros. Sin embargo, lo que realmente ha fallado no es el hecho de que los funcionarios cobren más o menos, sino el sistema. Las medidas fiscales que usted ha adoptado puede que calmen el déficit público a corto plazo, pero a largo plazo no tienen efecto alguno si no se solucionan los problemas de fondo. La verdadera causa del déficit es que tenemos un sistema completamente ineficiente y caro que hay que revisar. No sólo se trata de recortar aquí o allá, sino de cambiar lo que ha permitido el enorme despilfarro que se ha generado. No obstante, usted eso no lo ha hecho. Como le he dicho, ha ido a lo fácil, a que las clases medias y bajas soporten la crisis. Lo realmente complicado es cambiar la estructura, tener el valor de renovar el sistema y hacerlo más eficiente sin basarse simplemente en la austeridad. Usted prometió un cambio y, si lo ha habido, ha sido a peor.

En esa incesante lucha del gobierno contra el déficit, las dos partidas con mayor gasto, sanidad y educación, se llevan la peor parte. En educación somos los líderes de Europa y del mundo en fracaso escolar. La tasa de abandono es de un 28.4%, el doble de que la media europea, el triple de que lo que la Unión quiere para 2020.¿Y qué es lo que hace el ministro Wert para mejorar la educación?. Realizar una reforma más basada en la ideología que en la situación educativa actual. Entre algunas de sus medidas está la de cambiarle el nombre a dos asignaturas y darle un papel más importante a la religión. España vive la peor crisis de su historia y usted señor Wert, como solución, se encomienda al cristianismo y al recorte fácil. Desde luego es justo lo que necesitamos…



Para combatir el fracaso escolar y la baja calidad de nuestra enseñanza, usted incrementa el número de alumnos por aula y disminuye el salario de los profesores. Para acabar con el escandaloso hecho de que no haya ninguna universidad pública española entre las 100 mejores del mundo, se dedica a subir brutalmente las tasas universitarias y a recortar en becas para que así sea más difícil acceder a los estudios de grado.  En definitiva, usted es un desastre, no tiene ni idea, ni entiende la situación de las aulas. Y todavía se permite el lujo de decir que todo esto se ha realizado para mejorar la calidad educativa. Ya me explicará cómo. ¿Sabía que una mejora sustancial en la educación es una de las claves para crear crecimiento económico sostenible a largo plazo?, ¿lo sabía?. No… parece ser que no. Usted sigue aferrado a su mentalidad antigua y conservadora cada vez alejada de la realidad. Todo lo contrario de lo que necesitamos. Usted no está preparado para este cargo, debe dimitir.

El otro gran desastre es la sanidad. Tenemos un sistema, o mejor, 17 sistemas, caro e ineficiente, que genera desigualdad y despilfarro. Un sistema que es incapaz de coordinar a las distintas comunidades autónomas y en el que cada autonomía actúa a su manera buscando sus propios beneficios. Al igual que todo lo que tocan, han recortado el gasto sanitario de una manera bestial. Han querido reducir el déficit hasta tal punto que han dejado sin sanidad a los inmigrantes sin papeles. De verdad, ¡¿cómo han sido capaces de llegar hasta ese extremo?!. ¿Qué clase de Estado quieren ustedes?, ¿en qué nos hemos convertido?. Han pisoteado uno de los derechos humanos más básicos sin apenas inmutarse. ¿Qué tipo de Estado de Bienestar es ese que antepone el dinero a las personas?. Bueno, y a esto se le une la infrautilización de los quirófanos y de las instalaciones sanitarias como consecuencia de los recortes. Por no mencionar las interminables listas de espera de nuestros hospitales públicos y la caída de un 20% en subvenciones como la de los transplantes. Y no sólo eso, sino incluso han comenzando un proceso de privatización de la sanidad que amenaza el acceso de muchos colectivos a este derecho. Es impresionante cómo han sido capaces de tocar todo, absolutamente todo, hasta la salud de las personas. Además, como siempre, han tomado las medidas fáciles y sencillas, aquellas que no tocan el fondo del problema. Usted, señora Mato, tampoco ha tenido la valentía de crear un sistema público, igualitario y eficiente que dé cobertura a todos, sobre todos a los más desprotegidos. No ha sido capaz de evitar el despilfarro innecesario mediante una modernización los modelos de gestión sanitaria y farmacéutica. Pero claro, no me acordaba, usted estás más pendiente de otras cosas relacionadas con su partido. Sinceramente  usted también debe dimitir.



Como ven, han dejado las dos grandes partidas de gasto hechas un auténtico herial. Pero sin embargo, el gobierno, en lugar de asumir la responsabilidad, se dedica a  tirar la pelota a otro tejado y a echarle la culpa a la herencia recibida. Señorías, ¿cómo que “la herencia recibida”?. Les recuerdo que ustedes gobernaban en prácticamente todas las autonomías. Si no se acuerdan, vayan a la Comunidad Valenciana, a ver si se les cae la cara de vergüenza. Vean cómo sus caciques locales, con un dinero que no teníamos, pretendían impulsar la economía valenciana a través de grandes eventos y construcciones megalómanas mientras dejaban huérfanas nuestras cuentas. El resultado de todo eso, es una enorme deuda que no podremos pagar durante generaciones y que nos ha obligado a pedir un rescate al gobierno central. Después de refrescarles esto, no se atrevan a volver a hablar de herencia recibida. Ustedes podrían haberlo evitado pero no quisieron porque, por encima de todo, están los intereses de su partido.

Y ante esta penosa situación, ¿qué hace la oposición?. Pues bien, el PSOE de Rubalcaba ha pretendido ponerse la bandera de “rebeldes por la causa” cuando son los primeros responsables de esta crisis. No sólo la negaron durante años, sino que actuaron tarde y mal. Ahora para colmo, le pide al gobierno que tome las medidas que ellos fueron incapaces de adoptar cuando estaban en el poder. Señor Rubalcaba, esto no es el PSOE esperamos los ciudadanos, un PSOE serio y capaz de realizar las políticas de Estado necesarias. No pretenda dar lecciones, tenga decencia, porque ni usted mismo se cree lo que dice. Representan a una izquierda débil, dividida y muy confundida con sus ideales,  que no sabe ni adónde va ni lo que quiere. Se están perdiendo en el discurso demagogo y facilón de la izquierda más mediocre y populista intentando ganar votos a la desesperada. Una izquierda que se ha vuelto nacionalista (todo lo contrario de lo que era la Internacional, a la que tanta cantan en sus mítines y actos de partidos) y que se cree que seguimos viviendo en los tiempos de la II República. Su confusión es tal que han olvidado los principios básicos de igualdad en los que se basa su ideología. Basta con escuchar al líder del PSC defender el federalismo asimétrico. En serio Señor Navarro,¿asimétrico?, ¿eso es lo que quiere para España?, ¿dónde ve usted la igualdad en la asimetría?. Desde luego, se han transformado ustedes en un perro hambriento y sin olfato que escarba sin éxito en busca de ideas que les den de comer.



Mientras tanto, la verdadera realidad de este país muestra una situación de auténtica  alarma social. El paro sigue subiendo hasta niveles que jamás habríamos imaginado. La estampa de las oficinas de paro, cada vez más abarrotadas, es lo que mejor refleja la horrible pesadilla que vive este país. El hecho de  que una media de 170 familias sean desahuciadas a diario por los mismos bancos que rescatamos con dinero público, muestra hasta qué punto nos hemos convertido en un país miserable. Y no hablemos de  cómo la caída en las ayudas sociales ha dejado a la intemperie a cientos de familias y personas dependientes. Es triste ver cómo cada día miles de españoles, en su mayoría jóvenes, emigran fuera buscando las salidas que aquí no encuentran. Es triste ver cómo miles y miles de familias no son capaces de llegar a fin de mes. Y peor es ver cómo los comedores sociales están cada vez más llenos de familias que viven bajo el umbral de la pobreza. Da pena y mucha vergüenza. Nos hundimos y aún no hemos tocado fondo. Ya no somos una tierra de oportunidades y crecimiento y  difícilmente volvamos a serlo.

Señores diputados, esto que acabo de describir es la verdadera realidad social de este país. Miren, les voy a decir una cosa. La empatía es la capacidad que tenemos las personas para ponernos en el lugar el otro. Es lo que nos hace compartir la carga de los demás y mostrar nuestro compromiso con la sociedad. Ustedes la han perdido por completo y, con ella, toda fuerza moral para gobernar. Esa fuerza moral que te permite realizar políticas duras sin perder el apoyo completo del pueblo. En esta crisis, nos sentimos solos, engañados y estafados. Es indignante ver cómo te recortan en educación y en sanidad los mismos que están siendo imputados por casos de corrupción. Vemos cómo disminuyen la atención sanitaria y las ayudas sociales mientras los responsables directos de esta situación se van de rositas en su coche oficial y con una jubilación vitalicia. Ninguno de vosotros ha dado un paso al frente. Ninguno de vosotros ha sido capaz de asumir la responsabilidad. Todos han huido. Pedimos explicaciones y que se depuren responsabilidades y, ¿ qué es lo que hacéis vosotros?. Tiraros los trastos unos a otros. Patético. Y todavía algunos como el señor Fabra tienen la caradura de decir que “es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Si verdaderamente fuera así, ¿ no deberíamos cargar absolutamente todos con la responsabilidad?. Entonces, ¿por qué no ocurre esto?. Tengo la sensación de aquí los únicos que han vivido por encima de sus posibilidades son ustedes. Me da que ustedes se han estado aprovechando de nosotros durante mucho tiempo y han vivido a nuestra costa sin remordimiento alguno. Les voy a dar un consejo: no sigan tensando la cuerda, no lo hagan. Si lo hacen puede romperse y, créanme, ninguno de ustedes va a querer que eso ocurra…

Ahora bien, lo que ha llegado a un extremo asqueroso y denigrante, que afecta a todos los partidos en todos los niveles, es la corrupción. Llevamos años y años así. Sólo con la gran cantidad de casos de corrupción que hay en nuestro país se podría llenar un periódico entero. Es increíble, no hay palabras. Y ustedes se callan, se lo ha callado todo. No tienen decencia. Dio grima ver cómo ninguno de los presidentes de los dos grandes partidos mencionó la corrupción en el debate electoral. Y lo fuerte es que ahora, justo cuando el problema amenaza a las grandes cúpulas de los partidos, justo en ese momento, decidís sacar leyes anticorrupción. Demasiado tarde, ya no os creemos. Tenemos un sistema tan enfermo que ha llegado un punto en el cual el gobierno está más pendiente de un mafioso como Bárcenas que de sacar el país adelante. Ninguno de ustedes (si es que se merecen que les trate de “ustedes”) tiene la poca decencia de dimitir aún cuando surgen claras sospechas. En lugar de eso, se ha instalado el “resistiré”, que consiste en no dar explicaciones, en aguantar todo el chaparrón y esperar a que a la gente se le olvide para poder seguir en el cargo y gozar de los mismos privilegios. Y todo eso lo hacen a pesar de estar siendo investigados y, en muchos casos, de estar imputados.



Desde luego, está claro  que con todo esto España está dejando de ser una democracia para convertirse en una oligarquía de partidos en la que los dos grandes partidos se han repartido el poder. La partitocracia no sólo se ha instalado en todas y cada una de las instituciones, sino que ha llegado incluso hasta las mismísimas universidades. No somos capaces de hacernos a la idea de que hasta qué punto el discurso de los partidos marca la vida cotidiana de nuestro país. Y por supuesto, esto  se está viendo reflejado en la crisis política que vivimos actualmente. El más claro ejemplo de esta oligarquía es el sistema de selección de élites o, lo que se conoce como dedocracia. En esta fórmula, lo importante es la lealtad al partido y al jefe y no el hecho de tener la capacidad intelectual y profesional necesaria para un puesto de trabajo. ¿Me puede decir alguien por qué tenemos una ministra de sanidad que ha estudiado Ciencias Sociales y Sociología?. Experiencia en el sector sanitario: cero. Ni siquiera es médico o gestora.  Prefiero no hacer ningún comentario sobre su predecesora, la “gran” Leire Pajín. ¿ Esta mujer ha estudiado alguna carrera relacionada con la sanidad? . No. Su experiencia en el sector también es nula. De verdad, ¿cómo podemos pretender que estas dos mujeres realicen la gran reforma que la sanidad necesita?. Hemos tenido dos ministras cuya diferencia ha sido el color del partido porque la incompetencia es la misma. Así nos va.

Y de esta situación de crisis económica y social tan vergonzosa, ¿cuáles son las consecuencias?. Pues bien, Durao Barroso ya enumeró una de ellas: “El nacionalismo es el precio que paga Europa cuando los inocentes pagan la crisis”. Correcto, el nacionalismo, y en este caso el nacionalismo catalán. El pasado mes de septiembre, el señor Mas decidió unirse a la moda independentista y convocó unas elecciones para noviembre. A pesar de no haber conseguido la mayoría absoluta que buscaba, el proyecto soberanista continúa avanzando con un referéndum ilegal sobre la independencia. Entre los muchos argumentos que defienden con uñas y dientes, los independentistas afirman que son una potencia económica expoliada y reprimida por España. El señor Mas da por hecho que tras la independencia se convertirían automáticamente en un Estado europeo. Pero cuando Europa le desmiente y le advierten de que salir de Europa es una temeridad completa, él afirma “tenemos que ser valientes”. Y yo me pregunto, ¿es de valientes tirarse a un precipicio y hundir a Cataluña?. Por supuesto, el señor Mas también apela a un supuesto “derecho a decidir” y a la voluntad de un pueblo. Me pregunto qué clase de “derecho a decir” es aquel que sólo se aplica para decidir sobre la independencia y no para decidir el resto de asuntos, como los impuestos o los recortes. 




En fin, las urnas ya mostraron que la nueva oleada separatista no está apoyada ni mucho menos por la gran  mayoría de los catalanes. Se trata de un nacionalismo manipulador que ha encontrado en España el chivo espiatorio perfecto. Un nacionalismo que cada vez más se está basando en el odio y el rechazo hacia el resto de España y hacia todo lo que no sea independentista. Esto, lo único que está consiguiendo en Cataluña, es enfrentar a una sociedad heterogénea cada vez más dividida y fraccionada. Este nuevo proceso soberanista rompe completamente con los principios de fraternidad y unión de la transición y de la Constitución. Un proceso que amenaza más que nunca la estabilidad económica, política y social de España.

Sin embargo, España no sólo vive una crisis política, social y económica, también una crisis de valores. Nos encontramos ante una sociedad que ha perdido el rumbo, que no sabe ni adónde va ni lo que quiere. Una sociedad que vive sumergida en el más profundo nihilismo, en el que ya no tiene nada en lo que creer. Una ciudadanía que hasta hace poco estaba anestesiada y que ahora parece despertar. El problema es que se trata de un pueblo  homogéneo en lo que se refiere a la decepción política y económica, pero muy heterogéneo en lo que respecta a las salidas de esta situación. Muchos proponen un cambio hacia la III República, a diferencia de aquellos que prefieren la monarquía Borbón; otros defienden el federalismo como solución; otros tantos prefieren estar como estamos y aguantar el chaparrón; los hay que directamente no saben ni lo que quieren;  y hay muchos que incluso reniegan de la política. Esta confusión y discrepancia amenaza con hundir y dividir España. Lo que sí parece claro es que es necesaria una regeneración política y social del país. El problema es que si esa renovación la tienen que llevar a cabo los políticos de hoy en día, ya podemos echarnos a temblar.



En fin, probablemente si Valle Inclán despertara volvería decir aquella famosa frase: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”. Qué gran verdad. Parece que no hayamos cambiado. Desde luego, continuamos siendo un país esperpéntico. Ahora muchos quieren impulsar un cambio de Constitución y una regeneración  profunda  del país. Espero que cuando eso ocurra no tenga repetir las palabras de Ortega y Gasset sobre la II República: “No, no era esto”.